viernes, 19 de diciembre de 2008

¡Blogodoro!


¿Para qué escribir un blog? Cada quien tiene sus razones: desempleo, largos ratos de ocio, megalomanía, imposibilidad de quedarse callado, ganas de quejarse, hiperactividad, la observación de que el planeta sería un mundo mejor si tuviera un blog de la propia autoría, forzar al tiempo para que entregue de una vez por todas los 15 minutos de fama que alguna vez ofreció; y de cada uno de todos los motivos que puedan ser imaginados se engendran diversos contenidos: diarios personales, análisis políticos, reseñas de sitios webs, catálogos de hobbies, rincones para la nostalgia, cultos a ídolos religiosos o de la farándula, recetas de cocina, los cumpleaños de la abuelita, la evolución del crecimiento de una uña encarnada, etc. Cada quien con buenas o con malas intenciones 'simplemente' escribe y publica porque puede. Este poder se convierte en algo importante en la medida en que lo que se quiere decir no encuentre cabida en los medios convencionales, llámense prensa, radio, televisión, lugares en los que el espacio para lo subjetivo es cada vez más reducido, si no nulo. El mundo blog aloja opiniones y temas, 'colgados' indistintamente, que van de la izquierda hacia la derecha (y viceversa) cuando el asunto es político y/o de arriba hacia abajo según su grado de superficialidad o profundidad. La variedad es infinita.
Este fenómeno recuerda a otro muy similar en donde las sociedades utilizaban lo mejor de la tecnología para expresar su opinión. Si hoy, quienes queremos dejar por allí alguna palabra para que otro la lea, tenemos que usar Blogger, Wordpress, La Coctelera, o cualquiera de las muchas herramientas que hay hoy en día para publicar blogs; en la antigüedad bastaba con lápiz, papel, un poco de pegamento y la estatua de Pasquino.
¿Quién fue Pasquino? No se sabe a ciencia cierta. Sin embargo saber quién fue resulta irrelevante frente a lo que resultó siendo. Derivada de la costumbre de los romanos de colgar textos considerados censurables por el común en la estatua del que fuera quizás un gladiador, un poeta, o un personaje ficticio, la palabra pasquín conserva para sí la gracia del que quiere decir algo extraoficial, utilizando los medios oficiales. No deja de haber algo irónico en este fenómeno. El imperio erige esculturas para preservar la imagen de su dominio y algún incauto las usa para recordarle a este precisamente lo que se escapa de su domino, bien sea usando papel y lápiz, o código web.
En los viejos tiempos la exposición en un muro de tan diversos contenidos solo dejaba ver de lejos a una pared sucia y descuidada. Hoy día en cambio, a nuestros computadores llegan páginas llenas de colorido y muy bien organizadas. Efectos de la civilización: volver limpio lo sucio, o al menos, más bien, sobre todo, darle tal apariencia. Lo cierto es que los blogs, como los pasquines, y quizás en general todos los medios de comunicación, no son más que espacios para hablar mierda con diferentes grados de depuración.
El orden imperante actual se toma demasiado en serio y quiere negar la mierda a como de lugar, y se olvida de la depuración. Por eso tarde o temprano termina oliendo a feo. Materia esencial del arte, de la literatura o de cualquier cosa escrita que resulte estéticamente apreciable es la mierda, o para decirlo en términos más depurados, su capacidad de reflejar la condición humana. Pero estas son cuestiones demasiado elevadas para la pregunta que se queda sin responder: ¿Para qué escribir un blog?
¿Para que escribo este blog? No sé. Tal vez quizás por los motivos expuestos al comienzo de esta entrada. Aparte, en cuanto a todo lo dicho anteriormente, y sin mayores pretensiones, este blog no quiere ser la excepción de lo que sucede en el mundo del que hace parte. Es un espacio para hablar mierda sobre contenidos diversos: cine, literatura, política, banalidades,los azares diarios de este servidor, en general todas las cosas que no pueden decirse en otro lado y que para evitar una peritonitis necesitan ser arrojadas, con la excusa de las letras, digamos que... en un Blogodoro.